Días de verano que se refriegan en la sien, los ojos se nublan un poco con el brillo de la ampolleta, la historia se levanta e indica un camino, se choca contra las aventuras y desventuras de un pasado lejos del segundo que vibra en el minutero. Pero desde lejos se acerca y, como todas las buenas historias, se cobija en la almohada como si aún estuviese recostada en la arena.
jueves, 6 de septiembre de 2007
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